lunes, 17 de enero de 2011

Nada de jazmines por hoy...


Amanecí pálido esa mañana, desganado ya de tantas sorpresas, sólo quería que todo volviera a ser como antes. No podía entender la simple modificación de aquel rumbo que yo había elegido, no lo consideraba justo. Pero la vida continúa para mí y sabía con amplias certezas que debía proseguir en una nueva senda. No quería terminar abatido por la depresión ni destruido por la intensa soledad. "Nunca una noche ha vencido el amanecer y nunca un problema ha vencido a la esperanza", esa frase me retumbaba en mis tímpanos desde hacía ya demasiado tiempo. Necesitaba aferrarme a algo, cualquier cosa, por pequeña que fuera, pero que me brindará la seguridad de poder seguir adelante. Un envión anímico que aún no llegaba. Buscaba en cada rincón por la aparición de una luz de esperanza. Lo principal era intentar no volver sobre aquella peregrinación de dolor que el pasado marcaba en mi ser. A veces pensaba como cierta la posibilidad de volver a verte pronto, pero sabía que no debía ser así. No por ahora. Esta vez  no compré los jazmines, pero esperaba poder ir a buscarlos al día siguiente, para compensarte y proponer sentirme realmente bien como para llegar hasta la esquina. Sólo eran unos metros, pero se vislumbraban eternos en días como hoy. Mañana estaré mejor, me convencí. Volvería por la mañana del jueves a robarle una sonrisa a Don Roque como tanto te gustaba.  Yo se que nada tengo, yo se que nada tengo hoy, pero mañana volveré por tu amor.

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